Pikku-poro significa “pequeño
reno” en finlandés.
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El reno de Paula, la hija de Rosa |
Pikku-poro era
un reno pequeñito, pequeñito. Había nacido en primavera y su mami lo llevaba a
comer hierba fresca a los mejores prados.
Cuando cayeron
las primeras nieves, Mamá reno le contó que su abuelo Glous había tirado del
trineo de Papá Noel para repartir los regalos en navidad a todos los niños.
—¡Yo también
quiero ser un reno del trineo de Papá Noel! —exclamó Pikku-poro entusiasmado.
—Para eso debes
comer mucha hierba durante varios inviernos para crecer y hacerte fuerte. Solo
los mejores renos son elegidos por Papá Noel para volar con él.
Pero Pikku-poro no
podía esperar, él quería ir ya, esa misma navidad, en el trineo de ese viejo
barbudo vestido de rojo. Los renos mayores no dejaban de cuchichear entre ellos
que pronto se celebrarían las pruebas en las que Papá Noel elegía cada año a
los mejores para su trineo. Pikku-poro decidió presentarse él también, pero no
se lo dijo a nadie.
Claro que viendo
a todos aquellos renos, diez veces más grandes que él, pensó que no lo conseguiría, tan pequeñito y
delgaducho. Todos aquellos renos eran capaces de tirar de grandes trineos y de
correr sin cansarse durante horas y horas.
Como estaba empeñado
en ayudar a Papá Noel, no perdió la esperanza. Recordó que su padre decía eso
de: “más vale maña que fuerza”. Quizá habría algo que él pudiera hacer que los
renos grandes no supieran. Algo con lo que Papá Noel se fijaría en él.
Comenzó a pensar
cuáles eran sus habilidades.
Podía cantar
bastante bien.
Podía dar saltos
y volteretas en el aire.
Pero eso estaba
bien para un circo.
Podía entrar en
las casas que tienen chimeneas muy pequeñas.
Claro, que para
eso ya estaban los duendes y las hadas.
¡Si tuviera una
nariz colorada y luminosa, como el gran Rudolf, el que guía el trineo de Papá
Noel!
¿Por qué su padre y su madre no le habían hecho con una nariz brillante? ¿Por qué? ¿Por qué?
Pensando y dándole
vueltas a todo esto se había acercado a las casas del pueblo cercano. En el
jardín de una de ellas había un árbol de navidad iluminado con luces de
colores. Entonces se le ocurrió una idea: ¡Había que iluminar el trineo de Papá
Noel con lucecitas! Eso le gustaría a Papá Noel, seguro. ¿Pero cómo? ¡Él ni
siquiera tenía cuernos donde colgar las luces…!
Miró las ramas
de los árboles desnudos y se dijo ¿por qué no…?
Con la rama de
un árbol se hizo unos cuernos, que ató a su cabeza con una cuerda.
Tomó una ristra
de luces del árbol de navidad y decoró con ellas sus nuevos cuernos.
Y aquel reno de
cuernos artificiales adornados con luces, se dirigió trotando feliz a la
explanada donde Papá Noel elegía los renos para su trineo.
* *
*
Desde una
pequeña aldea de Laponia le llegó a Papá Noel una carta de un niño que decía
así:
Querido Papá Noel
Este año no voy a pedirte ningún
juguete. Lo que quiero es un reno de tu trineo. Me gustaría volar con él y
repartir juguetes a los niños.
Un abrazo,
Jouni
Papá Noel
suspiró. Aquello era imposible, solo él podía repartir regalos, la magia era
así. Cogió un reno de peluche y lo metió en el trineo con los otros regalos,
aunque sabía que eso no era lo que Jouni esperaba.
Y con cierto
pesar en el corazón, se dirigió a la explanada donde se reunían los renos.
Aquella noche debía elegir a los mejores, los que formarían parte de su trineo.
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Dibujo de Candela, la hija de Juanlu |
* *
*
Los renos
golpeaban sus cuernos midiendo sus fuerzas. Papá Noel los observaba. Luego
comenzaron las pruebas de tiro. Debían arrastrar un trineo cargado de piedras
pesadas, pesadísimas. Muchos de ellos podían hacerlo y él debía elegir a los
mejores.
¿Pero quién era
mejor que otro?
¿El más fuerte?
¿El más hermoso?
¿El que
corriendo parece que vuela?
Mientras estaba en
esas cavilaciones, llegó Pikku-poro, con esos cuernos en los que se apagaban y
encendían luces rojas, verdes, azules y amarillas, iluminando toda la
explanada.
Papá Noel lo
contempló entre extrañado y divertido. Papá reno, que participaba también en
las pruebas, lo contemplaba sorprendido por su atrevimiento.
El pequeño reno
se presentó:
—Buenas noches,
Papá Noel. Soy Pikku-poro, nieto del gran Glous, que tiró de tu trineo hace
muchos años. Yo también quiero formar parte de tu trineo este año y hacer
felices a todos los niños.
—Como bien dice
tu nombre, Pikku-poro, eres demasiado pequeño para tirar de un trineo. Espera a
crecer y entonces te daré oportunidad de formar parte de mi equipo.
—Puedo hacer
algo diferente para llevar la alegría a los niños. Mis cuernos iluminarán tu
trineo —dijo moviendo los cuernos de ramas secas con sus luces brillantes.
Papá Noel
sonrió. No solo eso, también se echó una enorme carcajada, de esas de papa
Noel: ¡Jou, jou, jou…! Hacía mucho que no se reía tan a gusto.
— Pikku-poro, no
necesito llevar un árbol de navidad en el trineo…
—Si no te gustan
las luces, sé cantar bastante bien —insistió Pikku-poro y se puso a cantar:
—¡Navidad,
navidad, dulce navidad…!
Papá Noel se
reía, encantado por el empeño de aquel jovenzuelo.
Pikku-poro
añadió muy nervioso:
—Y también puedo
entrar en chimeneas pequeñas por las que tú no quepas. Y también…
—Desde luego,
puedes hacer cosas que los grandes no pueden ni soñar hacer. Pero eres
demasiado joven —insistió Papá Noel—, debes quedarte con tus padres. Es un
viaje peligroso.
—¿Peligroso,
yendo contigo? ¡Tu magia me protegerá! ¡Y repartiré regalos a todos los niños!
Aquel Pikku-poro
enternecía el corazón de papá Noel. Le recordó al joven Jouni, que también
quería ser como él, como Papá Noel. Ambos harían una buena pareja. Volvió a
suspirar. Era la segunda vez que lo hacía aquella noche. A veces, los niños y
los pequeños renos tenían unos deseos maravillosos que eran difíciles de
cumplir.
—Pikku-poro,
este año tu padre formará parte del tiro de mi trineo —dijo Papá Noel—. Y cuando crezcas, tú
también lo harás, te lo prometo. Porque tienes el espíritu auténtico de los
renos de mi trineo: tú quieres repartir felicidad a los niños.
Pikku-poro
volvió a casa triste y cabizbajo. Papá reno lo acompañaba. Estaba orgulloso de
su hijo y trató de animarlo:
—Pikku-poro,
Papá Noel siempre cumple su palabra: tú también serás un reno de papá Noel,
pero debes esperar.
Pero Pikku-poro
no quería esperar.
* *
*
En nochebuena,
Papá reno se vistió con un nuevo fajín rojo del que colgaban los cascabeles del abuelo Glous. Estaba guapísimo. Cuando Papá reno corría, los
casacabeles del abuelo sonaban con la melodía de un villancico. Pikku poro lo
miraba enfurruñado, dijo a Mamá reno que tenía sueño y que se iba a dormir.
Por la noche,
Papá reno se despidió de Mamá reno con un beso antes de partir.
Pero Pikku-poro
no se había ido a dormir. Era muy cabezota: si se había propuesto ir con Papá
Noel, iría con él esa misma noche.
Se había
marchado antes que su padre a la casa de Papá Noel. Encontró el trineo
preparado en la puerta, cargado de juguetes y regalos. Era temprano todavía y
nadie andaba por allí. Sin que nadie le viera, Pikku-poro sacó unos cuantos
regalos del trineo, se metió en el hueco que había hecho y cubrió su cuerpo de
nuevo con los paquetes. Ya estaba preparado para ir con Papá Noel.
Justo a tiempo,
porque enseguida fueron llegando los renos. El primero que llegó fue su padre.
Pikku-poro lo reconoció sin verlo, porque oyó los cascabeles del abuelo Glous.
Aquel villancico en el tintineo de los cascabeles era inconfundible.
Los duendes
engancharon a los animales al trineo, Papá Noel, se montó detrás para
dirigirlo. Los renos empezaron a correr y salieron volando por el cielo en la
noche estrellada del Polo Norte.
Al cabo de un
rato, Pikku-poro empezó a sentirse muy agobiado ahí debajo, aplastado por tanto
paquete. Además, el pelo de un peluche de reno se le metía en la nariz,
haciéndole cosquillas. Sin poder aguantar más, estornudó: ¡Aaa-chís! ¡achís! ¡achís!
Papá Noel tenía muy buen oído y enseguida lo oyó.
—¿Qué es eso?
—se preguntó.
No recordaba que
entre los juguetes hubiera muñecas que estornudaran. Intrigado, detuvo un
instante el trineo y a los renos en el aire, como estatuas congeladas. Empezó a
levantar paquetes y juguetes, hasta que encontró a Pikku-poro.
—¿Pero qué haces
tú aquí? —preguntó bastante irritado.
—No te enfades
conmigo, Papá Noel —dijo con una vocecilla temerosa Pikku-poro—, yo solo quiero
ayudarte esta noche.
Papá Noel volvió
a suspirar. Se preguntaba: “¿Y ahora qué hago yo con este pequeño incordio?”.
Pero entonces se
acordó de nuevo de Jouni y su deseo de tener un reno para repartir regalos y se
le ocurrió una idea para hacer realidad los sueños del niño y del pequeño reno.
—Está bien,
Pikku-poro. ¿Sabes cuál es el primer paso para hacer felices a todos los niños?
—No —contestó
Pikku-poro.
—El primer paso
es hacer feliz a un solo niño. Depués de uno, harás felices a muchos más. Vas a
tirar de un trineo, de un pequeño trineo a tu medida.
* *
*
En casa del
pequeño Jouni, Papá Noel dejó un disfraz de Papá Noel. Allí también dejó a
Pikku-poro. Le puso un bonito lazo rojo en el cuello y le dijo:
—Pikku-poro,
este niño desea ser Papá Noel y tú vas a ser el reno de su trineo. Llevarás a
Jouni por el pueblo a repartir entre los niños este saco lleno de chuches.
Pikku-poro no
podía estar más contento. ¡Iba a ser reno de Papá Noel, y tiraría de un trineo,
él solo!
Papá reno se despidió
de Pikku-poro:
—Sé que lo harás
muy bien, porque tienes dentro de ti el espíritu de la navidad.
—Sí, papá.
—Quiero que
lleves esto —añadió Papá reno arrancando de su faja roja un cascabel—. Tú
también mereces un cascabel del abuelo— dijo y se lo colgó en la cinta roja de
su cuello.
Por la mañana,
Jouni encontró también esta carta junto a Pikku-poro:
Querido Jouni:
Entrena muy bien a Pikku-poro durante el
día de Navidad, que corra a todas las casas de tu pueblo repartiendo todas las
chuches de este saco. Porque si lo hace bien, cuando sea mayor, volará conmigo
en Nochebuena a llevar la alegría a muchos niños como tú.
Un abrazo,
Papá Noel
Jouni casi no
podía creerlo: ¡iba a ser Papá Noel el día de Navidad!
Pikku-poro y Jouni pasaron la mañana de Navidad
en el trineo y llevaron a todos los niños del pueblo montones de caramelos,
chocolates y chucherías. Y la felicidad de los amigos de Juoni, llenó el
corazón de Pikku-poro.