Qué contenta estaba hoy Jirafa. Iba
a ver a su novio. Bien limpia, bien hermosa, con el cuello bien estirado. Garcilla,
su mejor amiga, le había quitado los piojos y otros parásitos. Lo único que le
faltaba era volar. Siempre lo había deseado. Imaginó a su novio viéndola llegar
volando, como una paloma. ¡Ah, cómo le gustaría..!. Quizá Garcilla podría
enseñarle a volar también.
Su amiga le dio unas clases en
la pradera. La jirafa corría sobre las patas traseras y movía las patas delanteras
torpemente hacia los lados, de arriba abajo.
—Hay que planear - le decía
Garcilla.
Pero ella no hacía más que
aletear como un murciélago. Sólo consiguió levantar dos palmos del suelo...
Llegó un poco triste a la cita
con su novio.
—¡Qué guapa estas hoy, Jirafa
mía! —le dijo él para animarla.
—Sí, pero no puedo volar.
Su novio le dio un beso. Y
entonces ocurrió: por fin estaban los dos en las nubes.